Yagé

Atrás queda un fogón de muchas horas, un viñedo y el sonido del silencio…
Una parte de mí, que en el medio de la noche dejé al mirar como el fuego y sus lenguas confesaban mis más íntimos secretos, luchando los dejé ir.
Permití entrar a las voces de miles de generaciones que me preceden y me forman, ellas me mostraron un camino sencillo y sobre todo bello, inevitable el querer recorrerlo, y como si marcara con cruces una encuesta dilucidé lo que debía irse lejos de mí para transitarlo.
El cielo se configuro de millones de formas diferentes y al cerrar los ojos todo se alejaba como si la gravedad de este planeta se hubiera invertido, todo se apartaba perezosamente hacia un centro de gravedad opuesto.
Mi yo interior, el pensante, quien escribe estas palabras, el que se reconoce como más de uno y uno en si, flotaba en mi cuerpo, único limite, y sentí no querer desprenderme nunca de esta herramienta mundana y banal, que habito ahora. Liberé varias batallas de peso liviano y golpes suaves como ese pasto, y cada una que ganaba, me provocaba arrojar todo lo que tenia en mi interior, ahí entendí lo que limpiar significa, pero nada conseguí, más que vómitos invisibles, inexistentes, míos y nunca mas míos….sin guía seguí un camino, solitario, que me mostró que ningún hecho en este mundo esta librado al azar, sino que esperan por mi en la ruta, sin importar cuanto demore, cuanto crea evadirlos o cuánto crea saberlo.